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domingo, 11 de enero de 2015

ESPECIAL: ATENTADO EN PARIS

Atentado Charlie-Hebdo




Nuevo Partido Anticapitalista (NPA, Francia): UNA LOCURA BÁRBARA Y REACCIONARIA. TODOS A LA PLAZA DE LA REPÚBLICA

Jueves 8 de enero de 2015, por Redacción Web


COMUNICADO DEL NPA

El ataque a la sede del diario Charlie Hebdo provoca la indignación y la rabia ante una violencia tan indiscriminada y mortal contra los periodistas, los trabajadores. Su objetivo es sembrar el terror, contra la libertad de expresión, la libertad de prensa y en nombre de prejuicios reaccionarios y oscurantistas.
A menudo hemos tenido la ocasión de participar, debatir y tratar de polemizar con los dibujantes y periodistas de Charlie Hebdo, y con quienes también hemos compartido luchas comunes. El NPA muestra su solidaridad con los familiares y cercanos de la víctimas, periodistas y trabajadores del diario Charlie Hebdo.
Pero no estaremos en ninguna “unidad nacional” con aquellos aprendices de brujo que juegan con el racismo, avivan el odio contra los musulmanes, los extranjeros, o se sirven de este caso para establecer unas nuevas leyes liberticidas. Tienen una gran responsabilidad en el clima xenófobo y venenoso que hoy conocemos. Unos y otros son enemigos de la democracia, de la libertad, son enemigos de las y los trabajadores, de las clases populares, enemigos de un mundo de solidaridad.
El NPA llama a manifestar su solidaridad con Charlie Hebdo a las 17h en la Plaza de la República de París.
Traducción de Tomás Martínez para Izquierda Anticapitalista

Lo más peligroso es la islamofobia

Viernes 9 de enero de 2015, por Redacción Web

Santiago Alba Rico || Rebelión.org
El atentado fascista en París contra la redacción del semanario Charlie Hebdo, que ha arrebatado la vida a 12 personas, entre ellas a los cuatro dibujantes Charb, Cabú, Wolinsky y Tignous, deja una doble o triple sensación de horror, pues está agravada por una especie de eco amargo y sucio y por una sombra de amenaza inminente y general. Está sin duda el horror de la matanza misma por parte de unos asesinos que, con independencia de sus móviles ideológicos, se han situado a sí mismos al margen de toda ética común y por eso mismo fuera de todo marco religioso, en su sentido más estricto y preciso.
Pero está también el horror de que sus víctimas se dedicaran a escribir y a dibujar. No es que uno no pueda hacer daño escribiendo y dibujando -enseguida hablaremos de esto-; es que escribir y dibujar son tareas que una larga tradición histórica compartida sitúa en el extremo opuesto de la violencia; si se trata además de la sátira y el humor, nadie nos parece más protegido que el que nos hace reír. En términos humanos, siempre es más grave matar a un bufón que a un rey porque el bufón dice lo que todos queremos oír -aunque sea improcedente o incluso hiperbólico- mientras que los reyes sólo hablan de sí mismos y de su poder. El que mata a un bufón, al que hemos encomendado el decir libre y general, mata a la humanidad misma. También por eso los asesinos de París son fascistas. Sólo los fascistas matan bufones. Sólo los fascistas creen que hay objetos no hilarantes o no ridiculizables. Sólo los fascistas matan para imponer seriedad.
Pero hay un tercer elemento de horror que tiene que ver menos con el acto que con sus consecuencias. Ahora mismo -lo confieso- es el que más miedo me da. Y es urgente advertir de lo que nos jugamos. Lo urgente no es impedir un crimen que ya no podemos impedir; ni tampoco condenar asqueados a los asesinos. Eso es normal y decente, pero no urgente. Tampoco, claro, espumajear contra el islam. Al contrario. Lo verdaderamente urgente es alertar contra la islamofobia, precisamente para evitar lo que los asesinos quieren -y están ya consiguiendo- provocar: la identificación ontológica entre el islam y el fascismo criminal. La gran eficacia de la violencia extrema tiene que ver con el hecho de que borra el pasado, el cual no puede ser evocado sin justificar de alguna manera el crimen; tiene que ver con el hecho de que la violencia es actualidad pura, y la actualidad pura está siempre preñada del peor futuro imaginable. Los asesinos de París sabían muy bien en qué contexto estaban perpetrando su infamia y qué efectos iban a producir.
El problema del fascismo y de su violencia actualizadora es que se trata siempre de una respuesta. El fascismo está siempre respondiendo; todo fascismo se alimenta de su legitimación reactiva en un marco social e ideológico en el que todo es respuesta y todo es, por tanto, fascismo. El contexto europeo (pensemos en la Alemania anti-islámica de estos días) es la de un fascismo rampante. En Francia concretamente este fascismo blanco y laico tiene algunos valedores intelectuales de mucho prestigio que, a la sombra del Frente Nacional de Le Pen, llevan calentando el ambiente desde púlpitos privilegiados a partir del presupuesto, enunciado con falso empirismo y autoridad mediática, de que el islam mismo es un peligro para Francia. Pensemos, por ejemplo, en la última novela del gran escritor Houellebecq, Sumisión (traducción literal del término árabe “islam”), en la que un partido islamista gana al Frente Nacional las elecciones de 2021 e impone la “charia” en la patria de Las Luces. O pensemos en el gran éxito de las obras del ultraderechista Renaud Camus y del periodista político del diario Le Figaro Eric Zemour. El primero es autor de Le grand remplacement, donde se sostiene la tesis de que el pueblo francés está siendo “reemplazado” por otro, en este caso -obviamente- compuesto de musulmanes extraños a la historia de Francia. El segundo, por su parte, ha escrito El suicidio francés, un gran éxito de ventas que rehabilita al general Petain y describe la decadencia del Estado-Nación, amenazado por la traición de las élites y por la inmigración. Hace unos días en Le Monde el escritor Edwy Plenel se refería a estas obras como depositarias de una “ideología asesina” que “está preparando Francia y Europa para una guerra”: una guerra civil- dice- “de Francia y Europa contra ellas mismas, contra una parte de sus pueblos, contra esos hombres, esas mujeres, esos niños que viven y trabajan aquí y que, a través de las armas del prejuicio y la ignorancia, han sido previamente construidos como extranjeros en razón de su nacimiento, su apariencia o sus creencias”.
Este es el fascismo que estaba ya presente en Francia y que ahora “reacciona” -puro presente- frente a la “reacción” -pura actualidad asesina- de los islamistas fascistas de París. Da mucho miedo pensar que a las 7 de la tarde, mientras escribo estas líneas, el trending topic mundial en twitter, tras el tranquilizador y emocionante “yo soy Charlie”, es el terrorífico “matar a todos los musulmanes”. La islamofobia tiene tanto fundamento empírico -ni más ni menos- que el islamismo yihadista; los dos, en efecto, son fascismos reactivos que se activan recíprocamente, incapaces de hacer esas distinciones que caracterizan la ética, la civilización y el derecho: entre niños y adultos, entre civiles y militares, entre bufones y reyes, entre individuos y comunidades. “Matad a todos los infieles” es contestado y precedido por “matad a todos los musulmanes”. Pero hay una diferencia. Mientras que se exige a todos los musulmanes del mundo que condenen la atrocidad de París y todos los dirigentes políticos y religiosos del mundo musulmán condenan sin excepción lo ocurrido, el “matad a todos los musulmanes” es justificado de algún modo por intelectuales y políticos que legitiman con su autoridad institucional y mediática la criminalización de cinco millones de franceses musulmanes (y de millones más en toda Europa). Esa es la diferencia -lo sabemos históricamente- entre el totalitarismo y el delirio marginal: que el totalitarismo es delirio naturalizado, institucionalizado, compartido al mismo tiempo por la sociedad y por el poder. Si recordamos además que la mayor parte de las víctimas del fascismo yihadista en el mundo son también musulmanas -y no occidentales- deberíamos quizás medir mejor nuestro sentido de la responsabilidad y de la solidaridad. Pinzados entre dos fascismos reactivos, los perdedores son los de siempre: los inmigrantes, los izquierdistas, los bufones, las poblaciones de los países colonizados. Una de las víctimas de los islamistas, por cierto, era policía, se llamaba Ahmed Mrabet y era musulmán.
Del yihadismo fascista no espero sino fanatismo, violencia y muerte. Me repugna, pero me da menos miedo que la reacción que precede -valga la paradoja einsteiniana- a sus crímenes. El “matad a todos los musulmanes” está de algún modo justificado por los intelectuales que “preparan la guerra civil europea” y por los propios políticos que responden a los crímenes con discursos populistas religiosos laicos. Cuando Hollande y Sarkozy hablan de “un atentado a los valores sagrados de Francia” para referirse a la libertad de expresión, están razonando del mismo modo que los asesinos de los redactores del Charlie Hebdo. No acepto que un francés me diga que defender los valores de Francia implica necesariamente defender la libertad de expresión. Por muy laica que se pretenda, esa lógica es siempre religiosa. No hay que defender Francia; hay que defender la libertad de expresión. Porque defender los valores de Francia es quizás defender la revolución francesa, pero también Termidor; es defender la Comuna, pero también los fusilamientos de Thiers; es defender a Zola, pero también al tribunal que condenó a Dreyfus; es defender a Simone Weil y René Char, pero también el colaboracionismo de Vichy; es defender a Sartre, pero también las torturas de la OAS y el genocidio colonial; es defender mayo del 68, pero también los bombardeos de Argel, Damasco, Indochina y más recientemente Libia y Mali. Es defender ahora, frente al fascismo islamista, la igualdad ante la ley, la democracia, la libertad de expresión, la tolerancia y la ética, pero también defender la destrucción de todo eso en nombre de los valores de Francia. Da mucho miedo oír hablar de “los valores de Francia”, “de la grandeza de Francia”, de ”la defensa de Francia”. O defendemos la libertad de expresión o defendemos los valores de Francia. Defender la libertad de expresión -y la igualdad, la fraternidad y la libertad- es defender a la humanidad entera, viva donde viva y crea en el dios que crea. La frase de “los valores de Francia” pronunciada por Le Pen, Hollande, Sarkozy o Renaud Camus no se distingue en nada de la frase “los valores del islam” pronunciada por Abu Bakr Al-Baghdadi. Son en realidad el mismo discurso frente a frente, legitimado por su propia reacción asesina, que bombardea inocentes en un lado y ametralla inocentes en el otro. Pierden los de siempre, los que pierden cuando dos fascismos no dejan en medio ni el más pequeño resquicio para el derecho, la ética y la democracia: los de abajo, los de al lado, los pequeños, los sensatos. De eso sabemos mucho en Europa, cuyos grandes “valores” produjeron el colonialismo, el nazismo, el estalinismo, el sionismo y el bombardeo humanitario.
Mal empieza 2015. En 1953, “refugiado” en Francia, el gran escritor negro Richard Wright escribía contra el fascismo que “temía que las instituciones democráticas y abiertas no sean más que un intervalo sentimental que preceda al establecimiento de regímenes incluso más bárbaros, absolutistas y pospolíticos”. Protegernos del fascismo islamista es proteger nuestras instituciones abiertas y democráticas -o lo que queda de ellas- del fascismo europeo. La islamofobia fascista, en Europa y en las “colonias”, es la gran fábrica de islamistas fascistas y una y otro son incompatibles con el derecho y la democracia, los únicos principios -que no “valores”- que podrían aún salvarnos. Buena parte de nuestras élites políticas e intelectuales están más bien interesadas en todo lo contrario.
Descansen en paz nuestros alegres y valientes compañeros bufones del Charlie Hebdo. Y que nadie en su nombre levante la mano contra un musulmán ni contra el derecho y la ética comunes. Esa sí sería la verdadera victoria de los fascismos de los dos lados.


Wolinski ha muerto con los lápices en las manos

http://www.anticapitalistas.org/spip.php?article30210

Viernes 9 de enero de 2015, por Redacción Web

Pepe Gutiérrez
El atentado de París es un desastre total por muchas razones. Obviamente, por las víctimas entre las que se encontraba Georges Wolinski, cofundador y el veterano (Túnez, 1934) del grupo Charlie Hebdo, sobre el que me gustaría registrar algunos detalles. Wolinski es uno de los dibujantes más ácratas de la viñeta francesa, un veterano del 68 que se hizo célebre con sus dibujos de enrâge, un autor absolutamente irreverente que molestaba a todos los integrismo comenzando por el del mercado. No fue en vano que Georges fue galardonado con el Premio Internacional Gat Perich, un galardón que nos recuerda al Perich, seguramente el mayor genio de la viñeta catalana y estatal sin cuyos trabajos no se puede entender lo que fue el franquismo, lo que significó la Transición. Desde aquí invito a todos y a todas que se den una vuelta sobre el apartado “Imágenes” que se abre con el Google de los demonios. Wolinski se mofaba de todo empezando por sí mismo, era un talento turbulento capaz del detalle y del trazo más incisivo, alguien incontenible que había trabajado en la prensa de izquierdas y de derechas siempre fiel a sí mismo.
Wolinski ya había publicado decenas de albums, había ganado su prestigio y sus dineros, pero siguió trabajando en su Charlie Hebdo a pesar de las amenazas que sabían no eran baladronadas. Era un artista que trabajaba en un territorio minado, que enriquecía cada día palabras mal utilizadas como libertad de expresión, por eso decía que los señores hablan de libertad de expresión de diarios que no expresan nada fuera de lo establecido.
En segundo lugar porque por la extrema crueldad de sus métodos, por su carácter religioso-fascista, desprestigia cualquier causa relacionada con el mundo árabe. Servirá de combustible para el resurgimiento de tendencias fascistoides, tan presentes en Francia con el FN (es ahí donde inciden muchas viñetas sobre el desastre), extendiendo los sentimientos xenófobos como los que he escuchado tan normalmente esta mañana en la panadería. Allí como en cualquier otro lugar puede escuchar estas palabras: “Desde luego ya no me voy a mirar igual a mis vecinos moros”, cuando me he adelantado para preguntarle porqué, su respuesta ha sido: “Hombre, con lo que son capaces de hacer”.
Esta persona no era una vulgar fanática, ha escuchado mis argumentos, razones que ignoraba como las proclamadas por Guillermo Toledo pero que no he escuchado en los debates de la Cuarta y la Sexta al mediodía, normalmente mucho más avanzados de lo que es propio. Los primeros han evocado las palabras de Iñaki Gabilondo que han insistido en el matiz, advirtiendo sobre la injusticia de la amalgama, pero no ha dicho ni media palabra sobre el contexto que ha subrayado “”Willi”, como si la guerra de Irak y de Afganistán y todo lo demás fuesen tan lejanas como las “cruzadas” y no fruto de los intereses del Imperio y de sus aliados. Como sí en un lugar u otro no existieran atentados iguales o peores casi cada día.
Entre una cosa y otra ha cabido alguna reflexión seria, expresada por alguien que no habla como un tertuliano y mucho menos como esos comisarios de La Razón, el ABC o El Mundo, fijos en plantillas como fiscales a los que no puedes recusar. Se ha hablado del “impasse” del mundo árabe, de las esperanzas abiertas con la (soñada) “primavera árabe”, bloqueadas entre dos fuegos, entre los poderes establecidos y el integrismo religioso al final del cual aparecen los movimientos de signo fascista como el que ha preparado y actuado en París. Se trata –se dice citando un escritor argelino- de una juventud sin pasado ni futuro que sueña con las glorias de un Islam hecho a su medida, una medida que alimentó los Estados Unidos para derrocar el régimen prosoviético de Afganistán. Una amiga finlandesa que trabaja que ha trabajado como doctora en Afganistán cuando se lo permiten, recuerdo aquel régimen como modélico, no tanto por sí mismo sino en comparación con lo que4 vino después. Al igual que en el Vietnam, se trata de destruir áreas geográficas para facilitar los planes del Imperio. Los que han asesinado a 12 personas en París sirven ante todo a los planes del Imperio y a proyectos como el Le Pen que también tiene su acomodo en esa asociación para la delincuencia llamado PP. Les ayuda porque el pueblo llano que no puede pensar por sí mismo, que no sabe contrastar los hechos con la historia, reacciona de la peor manera posible. Seguro que entre los cinco millones de árabes franceses o el millón de ellos españoles, han podido comprobar que desde ayer algunos vecinos y vecinas les miran de otra manera, también lo habrán visto los niños en las calles o en los colegios. La hegemonía casi absoluta del pensamiento único está pensada para que la mayoría no vea ni relaciona los innombrables desastres humanitarios que la codicia depredadora del capitalismo causa entre los pueblos mayoritarios, en especial en el mundo árabe. Por lo mismo, la mejor reacción que se me ocurre para “hacer algo” en contra de esta siniestra tendencia de ocultar la barbarie imperial, la naturaleza destructiva y arrogante del ultracapitalismo. Y por supuesto, a luchar contra toda instrumentalización fascista del Corán. Para ello es muy importante que hombres y mujeres de procedencia árabe jueguen el papel más destacado posible en todo lo alternativa que se está moviendo después de varias décadas de cretinismo conformista.

¿Yo no soy Charlie...?

lepcf

Traducido del francés para Rebelión por Caty R.


Sería un una afrenta a las impertinencias que han sido asesinadas acallar los debates que suscita la unidad nacional promovida al unísono por las instituciones y los medios... ¿Una reacción a contracorriente?
Post del camarada Loch Lomond:
«Todos somos Charlie», proclama Libération.
Yo no.
No hice campaña a favor del Tratado de Maastricht. No soy Charlie.
Nunca he comparado al Partido Comunista con el Frente Nacional. No soy Charlie.
Nunca he apoyado los bombardeos de la OTAN en Yugoslavia. No soy Charlie.
Nunca hice campaña por el SÍ en el referéndum de la Constitución Europea en 2005. No soy Charlie.
Nunca he querido hundir a Denis Robert ni he defendido el caso Clearstream. No soy Charlie.
Nunca he pensado que Cuba es una dictadura. No soy Charlie.
Nunca pensé que Chávez era un dictador. No soy Charlie.
Nunca aprobé el bombardeo de Libia. No soy Charlie.
Nunca me alegré del asesinato de Gadafi. No soy Charlie.
En 2006 estuve en contra del ataque de Israel a Líbano. No soy Charlie.
No tomo partido sistemáticamente por Israel contra los palestinos. No soy Charlie.
No cierro los ojos al nazismo en Ucrania. No soy Charlie.
Opino que Femen es un movimiento procedente de la extrema derecha ucraniana. No soy Charlie.
No creo que Rusia sea un país peligroso para la paz mundial. No soy Charlie.
No creo que Rusia sea responsable de la situación en Ucrania al contrario que la UE y la OTAN. No soy Charlie.
No llamé a la intervención en Siria. No soy Charlie.
Nunca he considerado héroes a los opositores sirios, siempre he pensado que son fanáticos islamistas más o menos manipulados. No soy Charlie.
Los periodistas de Charlie, como los policías y el encargado de mantenimiento muertos, obviamente son inocentes y sus asesinatos injustificables, pero no inventemos héroes…
Rendir homenaje a las víctimas, por supuesto, pero no es alrededor de Charlie y sus «valores» donde querría ver reunirse al pueblo francés… y rechacemos esta unión nacional que enmascara la intención real de los terroristas y las responsabilidades aplastantes de los dirigentes franceses en el odio suscitado por nuestro país…

Comparto al cien por cien este texto. Acabo de responder así a alguien que quería proponerme firmar una petición en favor de Charlie. El asesinato de varios periodistas es un asunto muy grave. Pero yo no soy Charlie. No me gusta esa publicación a la que no gustamos los comunistas y que muy a menudo desprecia a la gente corriente. La prensa tiene grandes dificultades y la libertad de expresión está muy cuestionada desde hace muchos años. Y desde ese punto de vista el grupo Lagardère, así como otros mercaderes de armas, tiene una gran responsabilidad en lo que ha pasado. Por lo tanto considero totalmente hipócrita que el grupo Lagardère, que suministra armas a todos los regímenes reaccionarios del mundo árabe, se ponga al frente de la campaña de la aparición de la revista. El CNR tiene las cosas muy claras sobre la libertad de prensa, en particular contra la prensa monopolista y sus grandes concentraciones. Exijamos el cumplimiento de la ley y la vuelta a la ordenanza del 45.
Gilbert Rémond es militante del Partido Comunista Francés.


Reflexión sobre los atentados en Francia
"Oh, merde"



Ayer no quise escribir ni una palabra sobre lo sucedido con Charlie Hebdo. Por un lado, tardé mucho en interiorizarlo. Y por otro, cualquier cosa que no fuera silencio me parecía oportunismo.
Hoy el dolor ha crecido, la interiorización avanza y me siento en cierta forma obligado a hacer público este sentir. Por la particular perspectiva en la que me ha situado la vida.
Durante casi la mayoría de mi vida adulta (aquella parte posterior a la eterna resaca de la postadolescencia) viví en Francia. Llegué allí como inmigrante pobre no cualificado para sufrir en primera persona la realidad más descarnada de muy diferentes explotaciones. Tras casi un año de diferentes trabajos mi situación económica mejoró lo suficiente como para empezar a entregarme a un lujo que desde entonces me acompaña: cafés al sol, en la plaza, leyendo la prensa del bar. Y así comenzó mi relación con Charlie Hebdo, y con Le canard enchainé, o Le monde diplo. Sobre todo los dos primeros representaron algo importante en mi educación política. La realidad me había mostrado ya su cara más fea. Y la universidad –mal que bien– me había preparado para comprenderla. Pero esos diarios, esa forma satírica, aguda, profundamente informada, ese periodismo de alta calidad, aportaron algo que resultaría fundamental en mi posicionamiento político. Un algo difícil de definir y que se sitúa en un espacio íntimo, vital para el paso a la acción, vital para aceptar lo que nadie quiere aceptar: que sí, que eres un sujeto explotado, que lo que estudiaste y leíste no son viejas teorías, que está ahí, que te jode la vida, que no es culpa tuya, que te están puteando y que encima te escupen a la cara. Y eso, tan importante para mi posicionamiento, me llegó en parte a través de esa prensa, a través del distanciamiento y la posibilidad de verdad que otorga la risa. Un poso que serviría como detonante para un "que no, que te follen", íntimo, real y alegre, que a partir de entonces yo me vería capaz de devolver a la estructura de un sistema injusto y explotador.
Parecerá demasiado personal esto, pero creo sinceramente que no estoy hablando de un fenómeno individual sino de una aportación que esa forma de periodismo ha ido dejando en la población francesa. Una aportación fundamental en la politización y el anclaje de voluntades de transformación y resistencia, especialmente destacable entre los estratos de población menos privilegiados.
Charb, Cabu, Oncle Bernard (Bernard Maris) pasaron así a formar parte de la familia. Me acompañaron en miles de cafés. Me hablaron. Me influyeron. E incluso discutí a menudo con ellos. Parte de lo que hacían no me gustaba. Incluso la figura de Philippe Val (director de la publicación anterior a Charb) llegaría a ser para mí motivo de numerosos sarpullidos intelectuales.
Tiempo después comenzaría accidentalmente mi andadura en la edición de libros. Y entre los primeros títulos seleccionados para traducir en lo que luego sería La Oveja Roja se encontraba el Antimanual de economía de Bernard Maris, que pronto descartaría por lo que juzgaba excesos keynesianos. Años después trabajaría encantado traduciendo las magníficas ilustraciones de Charb al Capitalismo en 10 lecciones, de Michel Husson, que justo este verano me explicaba cuán fácil y grato había sido el trabajo con el primero. Durante este tiempo participé también en la organización de un Salón del Cómic Social impulsado por otro gran amigo francés, Albert Drandov, que trabajó un par de años para Charlie Hebdo. Y que ahora se encuentra en estado de shock absoluto. Conoce a buena parte de los fallecidos y heridos. Gente que ha estado tanto tiempo en los rededores de mi vida. Gente a la que han matado. Por hacer lo que hacían. Por hacer lo que hace Albert. Por hacer lo que en parte también yo hago. Resulta difícil de interiorizar. Mi amigo dice "aquí nos parece que intentaron matar 200 años de luchas por la libertad de pensar y escribir. Matar a mis colegas, matar mi trabajo. Matarme a mí también. Es como un 11 de septiembre intelectual".
De fondo traslucen cuestiones sociales profundas que a nadie le está apeteciendo evocar. El individuo es una creación social. Y su odio también. Tres tipos resultantes de un contexto social indefendible han asesinado a más de una decena de personas que luchaban por cambiar ese mismo contexto social.
Sí, el problema de la islamofobia es real en Francia. Al igual que en otros sitios. El clasismo de muchas instituciones republicanas es en ocasiones ultrajante y su langue de bois hiere en lo más profundo a quien sufre la explotación cotidiana. La historia colonial del país y su papel geopolítico actual tampoco tienen nada de enaltecedor. No me caben dudas sobre ello. Pero nada, absolutamente nada se acerca a esbozar la más mínima justificación de lo sucedido.
Viene a mi mente otra viñeta, ésta mucho más antigua que las de Charb y compañía. "El sueño de la razón produce monstruos", reza su leyenda. Y los monstruos nos están devorando. Hacer llamados vacuos a la libertad de expresión y retomar la langue de bois republicana no cambiará nada. Hay que mirar el fondo de ese pozo e intentar afrontar lo que vemos con nuestras armas, con las armas que tan bien esgrime (esgrimía) la gente de Charlie Hebdo.
Repito: el blablá de la sociedad civilizada frente a la barbarie terrorista no servirá de nada, ni siquiera mitigará el dolor. Ni será digno de quienes han sido asesinados. Las balas que ayer les arrebataron la vida comenzaron su movimiento en las partes más oscuras de nuestro sistema: clasista, explotador, ultrajante. La indignación no frenará su movimiento. Ni ayudará a comprenderlo. La montaña de derivaciones sociales sobre la que se articula esta matanza es extraordinariamente compleja. Y jamás bastará quitárnosla de encima con un manotazo que apele a los supuestos valores de la civilización o la República.
Pasarán los días. Y puede que incluso lleguen a repetirse horrores parecidos si seguimos mirando para otro lado, haciéndonos los inocentes. ¿Quién será luego?, me iba a preguntar. ¿Quién de nosotros?, podría incluso añadir. Pero ¿acaso no son nuestros los caídos cada día en los rincones más oscuros de las ciudades? ¿O en los barrios más degradados? Caída, además, que no está exenta de relación con el movimiento de las balas que ayer segó esas vidas. No es éste el momento ni el lugar de desarrollar esos argumentos. Pero quede aquí esa afirmación: la indignación altiva no servirá de nada.
Despertemos cuanto antes la razón. Y pongámosla a nuestro servicio.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Communiqué d'AL,du MOC, du NPA et du PCOF


Pour la liberté d'expression et contre l'union sacrée

Le carnage perpétré au siège de Charlie Hebdo a suscité une vague d’indignation et de colère parfaitement légitime que nous partageons. Nous condamnons sans réserve ce massacre qui vise à semer la terreur et à réduire au silence des journalistes qui défendaient la liberté d’expression. Nous condamnons avec la même détermination la violence antisémite meurtrière qui s'est déchaînée contre les client-es du supermarché casher de la porte de Vincennes.
Nos pensées vont tout d'abord aux proches des victimes et nous leur exprimons tout notre soutien.
Tout laisse à penser que cette attaque est l’œuvre de fascistes religieux qui rêvent d’imposer leurs illusions mortifères à la société. Nous devons être très clairs en dénonçant sans réserve ce fanatisme. Nous combattons tous les fascismes, qu’ils prospèrent sur fond de nationalisme ou d’obscurantisme, et quels qu'en soient les guides ou les prophètes.
Ils veulent terroriser, provoquer délibérément l’horreur et la peur, créer une situation de tension extrême. En celà ils sont parfaitement complices du FN et de l'extrême droite.
Et comme nous le redoutions, nous constatons dès à présent que cette tuerie sert de prétexte pour alimenter les discours racistes et justifier des attaques contre des lieux de culte musulmans. Nous entendons déjà les scribouillards réactionnaires et les politiciens opportunistes reprendre en boucle la théorie fumeuse du "choc des civilisations" et profiter de cet événement pour renouveler leurs charges contre les immigré-es, les étranger-es, les musulman-es.
Nous ne sommes pas moins choqués de la récupération politique en particulier par le gouvernement Hollande. L’appel à « l’unité nationale » n’est rien de moins qu’une vaste opération de confusion visant à justifier :
les interventions militaires de la France en Irak, au Mali, en Centrafrique. Le but premier de ces interventions étaient de protéger les intérêts impérialistes des entreprises françaises dans ces régions et les dictateurs en place, pas de combattre le djihadisme, que la France n’a pas hésité à armer dans d’autres situations
une nouvelle offensive liberticide. Comme après le 11 septembre 2001, les gouvernements en place vont sous couvert d’antiterrorisme imposer de nouveaux dispositifs de fichages, qui ont montré depuis qu’ils étaient majoritairement utilisés contre les militant-e-s politiques et syndicaux.
la politique antisociale du gouvernement. En surfant sur le choc émotionnel qui nous touche toutes et tous, Valls et Hollande entendent bien faire passer au second plan leur politique austéritaire, en particulier le projet de loi Macron, qui sera présenté à l’Assemblée nationale fin janvier et prévoie son nouveau lot de remises en cause des moyens de défense des salarié-e-s (prud’hommes, inspection du travail…), de facilitation des licenciements, de banalisation et de baisse de la rémunération du travail de nuit et du dimanche.
Plus généralement, parmi les forces politiques qui s’indignent aujourd’hui, bon nombre sont en grande partie responsables du climat délétère de par leur stigmatisation des travailleurs-ses immigré-e-s et de leurs enfants, en particulier lorsqu’ils sont supposés musulmans.
Cette récupération est d’autant plus indigne que les journalistes de Charlie Hebdo assassinés n’hésitaient pas à condamner les politiques des Hollande, Sarkozy ou Le Pen. S’il avait fallu écouter le PS et l’UMP, le FN aurait dû être invité à leur « marche républicaine » de dimanche. Qu’auraient pensé de tout cela les journalistes assassinés?  
Nous regrettons la transformation de la manifestation de dimanche prochain, initiée par les organisations antiracistes, en une « marche républicaine » dont Valls se voudrait l’organisateur et où Sarkozy défilera. Farouches opposants de « l’unité nationale » pour les raisons décrites plus haut, nous ne participerons pas à cette marche. Il est de toute première urgence que celles et ceux qui sont révolté-e-s par cet attentat fasciste et refusent de défiler derrière Sarkozy et Valls, qui veulent résister au racisme et combattre les discriminations, qui s'opposent aux politiques sécuritaires et liberticides se regroupent et reprennent l'offensive.
Paris, le 10 janvier 2015
Signataires : Alternative libertaire, Mouvement des Objecteurs de Croissance, Nouveau Parti Anticapitaliste, Parti Communiste des Ouvriers de France

Après l'ignoble attentat contre Charlie Hebdo 
L'union nationale est un piège

Unissons-nous pour la démocratie, la solidarité contre le racisme


L'attaque à l'arme lourde qui a fait 12 morts dans les locaux du journal Charlie Hebdo à Paris suscite dans tout le pays l'émotion, l'indignation, la colère et la révolte. Cette attaque terroriste est insupportable. L'exécution des salariés et des dessinateurs du journal  est un crime qui nous vise toutes et tous, un crime contre la démocratie et la liberté d'expression. Notre solidarité est pleine et entière avec les victimes de cette folie meurtrière.
Ceux qui ont commis ces crimes veulent terroriser, provoquer délibérément l’horreur et la peur, créer une situation de tension extrême, précipiter l’affrontement et la radicalisation. Le danger est immense de voir le racisme et l’islamophobie déferler. D’ores et déjà les actes contre les musulmanNEs  (attaque contre des mosquées, agressions…) se multiplient. Il est décisif d’y opposer une condamnation et une résistance  sans concession. Plus que jamais nous devons combattre toutes stigmatisations, toutes discriminations. Il faut aussi refuser toutes les mesures sécuritaires et liberticides.
Hollande appelle à l'union nationale, le PS, l'UMP organisent dimanche des marches d'union nationale auxquelles le FN, reçu par Hollande le 9 janvier, a demandé à être invité. Les uns et les autres cherchent ainsi à masquer leur propre responsabilité dans la dégradation sociale et politique, le climat délétère que nous connaissons aujourd'hui. Tout en s'en défendant, ils cultivent un climat xénophobe et raciste, la peur de l'étranger, la peur de l'autre, terreau de la haine. Ils veulent ainsi diviser les classes populaires, les soumettre à leur politique, à leur ordre social qui engendrent la barbarie qu'ils prétendent combattre. Le comble du cynisme revient à Marine Le Pen qui a fait de la xénophobie, de la dénonciation des immigrés et des étrangers son fonds de commerce. 
 Une politique qui engendre le désespoir et la barbarie
Cette violence meurtrière et barbare ne vient pas de rien. Elle se forme au cœur de la violence sociale et morale que connaît une large fraction de la jeunesse des quartiers, la violence du racisme et de la xénophobie, des discriminations, la violence du chômage et de l'exploitation. Cette violence barbare est l'enfant monstrueux  de la guerre sociale  que mènent la droite et la gauche au service de la finance.  Et aussi des guerres contre les peuples qui se sont enchaînées depuis la première guerre contre l'Irak, en Afghanistan, en Libye, en Afrique, en Syrie. C’est aussi la guerre engagée depuis des décennies contre le peuple palestinien. Des guerres qui ne visent qu'à maintenir la domination des multinationales, leur droit à piller les richesses alimentent ainsi les pires fondamentalismes réactionnaires.  Cette violence militaire barbare engendre une autre violence barbare. Il n'y a pas de réponse à la décomposition sociale dont le crime contre Charlie  Hebdo est la dramatique expression sans combattre les politiques qui l'engendrent.
 Pour la solidarité entre les travailleurs et les peuples
Notre solidarité avec Charlie Hebdo, avec les victimes de ce crime terroriste odieux dont certaines ont été souvent partie prenante de nos combats, c'est la lutte contre toutes les bêtises réactionnaires qui dressent les hommes et les peuples les uns contre les autres, contre tous les préjugés obscurantistes. La démocratie et la  liberté d'expression ne se divisent pas, pas plus que le respect des hommes, des peuples ou de la vie humaine.
C'est pourquoi,  sur nos lieux de travail et d'études, sur nos lieux d'habitation nous pouvons discuter, nous rassembler, manifester pour construire la solidarité nécessaire pour faire vivre la démocratie et la liberté, en toute indépendance des forces réactionnaires et du gouvernement.


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